viernes, 5 de septiembre de 2014

Experiencia Postcrossing



Hoy voy a hacer una publicación un tanto diferente a lo habitual. Si alguno me leéis normalmente, sabréis que suelo publicar textos o poemas míos, por eso os puede parecer extraño el tema del que os vengo a hablar hoy.



¿Qué es postcrossing? ( más info aquí)
Postcrossing es una iniciativa cuyo objetivo es permitir a las personas enviar y recibir postales desde cualquier parte del mundo de forma gratuita; bueno, ¡casi gratis! La idea principal es que si tú envías una postal, recibirás otra de alguien de cualquier parte del mundo.


¿Cómo funciona? (si quieres saber más, pincha aquí)
En primer lugar, os explico los pasos de la versión corta:
  1.  Registrarse en la página web.
  2.   Editar tu perfil, incluyendo, sobre todo y lo más importante, tu dirección.
  3.  Solicitar una dirección (o direcciones) al azar donde  enviar tus postales.
  4. Enviar la postal y esperar para recibir una de vuelta.
  5. Registrar la postal recibida en la página web


Bien, ahora, para los que sigáis estando interesados, os cuento la versión extendida:

Como ya imaginaréis, los dos primeros pasos son los más importantes para empezar a participar en esta iniciativa. El registro, a pesar de que sea en inglés (al igual que el resto de contenidos de la web) es bastante sencillo e intuitivo, así que no creo que tengáis problemas si tenéis un mínimo de conocimientos del idioma (y, sino…¡Google Translator se va a convertir en tu mejor amigo a partir de ahora!). Una vez registrados, os aconsejo que editéis vuestro perfil asegurándoos de que vuestra dirección es la correcta, y que incluyáis una breve descripción sobre vosotros donde habléis de vuestros gustos y qué tipo de postales os gustaría recibir, si queréis que os cuenten algo en concreto en ellas, etc.

Una vez que hayáis hecho esto, ¡ya podéis empezar a sumergiros en la experiencia postcrossing propiamente dicha!

El siguiente paso será solicitar una o varias direcciones  para enviar vuestras postales. ¿Y esto cómo se hace? ¡Pues muy sencillo! Vais al apartado de “Send a Postcard”, y allí solicitáis una dirección. En un principio podréis enviar hasta cinco postales al mismo tiempo, y no podréis volver a enviar más  hasta que los destinatarios vayan registrando las mismas.


¿Qué es eso de registrar una postal?
Este es el mecanismo que tiene postcrossing de asegurarse que las personas son responsables y envían las postales. Una vez que solicitéis una dirección, la web os proporciona una al azar y, con ella, un número ID que deberéis incluir en vuestra postal cuando la mandéis. Este número ID (que suele ser algo así como ES-XXXXXX, si mandáis desde España y cambiando lo de ES por otro tipo de “prefijo” según vuestro país de origen), será registrado por el destinatario cuando reciba vuestra postal (o tendréis que registrarlo vosotros si sois los que la recibís) y una vez hecho esto, podréis solicitar una nueva dirección a la que enviar otra postal.
No recibiréis ninguna postal hasta que al menos una persona a la que hayáis enviado vosotros registre una. De esta forma, si dos personas registran vuestras postales, vuestra dirección será dada a dos personas al azar y recibiréis dos postales; si tres personas registran vuestras postales, vuestra dirección será dada a tres personas... Y así. El número de postales que podéis enviar a la vez irá aumentando a medida que los destinatarios registren las postales que mandéis: Si las 5 postales que mandáis en un principio son registradas, podréis mandar 6 postales; si son registradas de 6 a 14 postales, podréis mandar 7... Y así sucesivamente. ¿Mexplicao?


Pros y contras de la experiencia Postcrossing
Yo he empezado hace poco en esta web, y los pros y contras que tengo son por lo que he podido ir leyendo y deduciendo en estos días, así que seguramente la información no sea del todo objetiva pero aún así os la doy por si os puede servir de algo.

Pros:
- Fomenta el aprendizaje y uso de otros idiomas (os podéis encontrar de todo, aunque principalmente se usa el inglés).
- Permite retomar la mensajería de una forma más palpable y real.
- Si te gusta conocer otros sitios, es una iniciativa fantástica cuando la economía no permite viajar tanto como nos gustaría.
- Puedes establecer contacto y compartir opiniones con personas de todo el mundo.
- La ilusión de abrir tu buzón y que haya cosas bonitas entre facturas y propaganda.

Contras:
- El tiempo que tardan las postales en llegar a su destino. Al principio, sobre todo, hay que tener mucha paciencia ya que las postales pueden tardar entre 7 y hasta 30 días en llegar a su destino... Cuando hayáis mandado las cinco primeras que ofrece la web, no podréis volver a mandar otra hasta que el primer destinatario no la registre y esto puede llevar tiempo... ¡Paciencia, pequeño padawan!
- Algunas postales se pierden por el camino (expiran), y si se da este caso hay que esperar 60 días sin que el destinatario la registre para volver a solicitar una nueva dirección.



Hasta aquí mi "pequeña" aportación sobre esta nueva experiencia en la que estoy participando. Si os animáis y tenéis dudas, estaré encantada de resolverlas tanto aquí en el blog como en mi correo (podéis encontrarlo arriba a la derecha).

¡Saludos a todos!


jueves, 4 de septiembre de 2014

Cuando Madrid eras tú


Cuando Madrid eras tú
la ciudad susurraba tu nombre en todas las calles
los días siempre tenían una luz especial,
esa que te asegura que no va a ser un día más
en el calendario,
que no tacharías otro hueco en blanco
y te irías a la cama con la sensación
de ni siquiera haberlo vivido.

El frío era sólo una excusa
con la que pedirte que me abrazaras
o que me besaras como si fueras capaz
de incendiar el puto planeta
con el simple roce de nuestros labios.

Cuando eras tú,
me parecía que todo el mundo sonreía,
incluso la vecina estirada del segundo
que nos miraba con reproche
cuando salíamos con la ropa a medio quitar
del ascensor,
enfilando ese pasillo de caricias y gemidos
que acababan en orgasmo.

Ahora paseo por la ciudad
y ni siquiera me parece la misma.
Yo me empeño en creer
que es ella la que ha cambiado,
pero, en realidad,
es que ya no estás tú.


Ese es el problema.


                                                      -M

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Casi lo consigo

Salgo del portal y siento cómo el aire frío me golpea en la cara, se cuela entre mi pelo y desciende desde mi cuello hasta mis senos haciéndome cerrar los ojos y pensar que esto era justo lo que necesitaba. Me quedo así unos segundos, los necesarios para que mi cuerpo se habitúe a este nuevo clima y mis pies empiecen a arrastrase calle abajo mientras en mis oídos retumba la música que sale en esos momentos de los auriculares.

Vago sin rumbo, adentrándome en una calle, abandonando otra, paseando mis ojos por las distintas estampas que tengo delante pero sin mirar realmente todo lo que me rodea. Prefiero concentrarme  en la música y lo que me provoca: nada. Un gran vacío que ni siquiera soy capaz de llenar subiendo el volumen hasta que me vibren los tímpanos.

Mucha gente necesita estar en completo silencio para pensar, yo lo detesto.

De pronto ahí está lo que tanto tiempo he querido evitar: nuestra canción. Cuando suenan las primeras notas tengo la misma sensación que me provocarían mil agujas atravesando despacito cada parte de mi cuerpo. Es un dolor punzante, sordo, continuo, que se expande en todas direcciones atrapándome sin que pueda echar a correr. Claro, como si fuera tan fácil alejarse de una misma.

Pestañeo un par de veces.
Alguien se me queda mirando, preguntándome con los ojos si me encuentro bien, preocupado.

Otra vez lo he vuelto a hacer. Otra vez esa sonrisa de suficiencia y la mirada de ‘no pasa nada’ que he ensayado miles de veces frente al espejo, para parecer segura de lo que estoy diciendo (cuando, en realidad, no tengo ni puta idea).

Sigo caminando. Intento no pensar. No escuchar. No sentir. No morirme de frío. No morirme. Y casi lo consigo, porque, ¿sabes?...

No pasa nada,
porque siempre
me pasas tú.
Tú y tu sonrisa de medio lado
y el vacío de tus ojos
que me incita a saltar
una
y otra
vez.

                                                         M.

domingo, 31 de agosto de 2014

Invencible

Me he sentado delante de un folio en blanco, con la firme idea de hablarle de ti, mientras por los altavoces suena la culpable de que hace unas cuantas noches hiciéramos el amor en una cama que ahora ya no me parece ni siquiera mía.

 Ahora mismo el cielo está de un color azul que parece que señale la hora de morir más que la de dar paso a una noche llena de estrellas, pero que desde mis ojos no se ven. Las ventanas de enfrente empiezan a encender las luces, quizá esperando que eso les ilumine un poco la vida; pobres, no tienen ni idea de lo que es vivir. 


Quizá yo tampoco y por eso estoy aquí, pero ya hablaremos de eso otro día. Hoy no es el momento ni el lugar.


 ¿Te has parado a pensar alguna vez lo extraño que resulta compartir cosas con alguien que hasta hace un mes ni siquiera conocías? Siempre me ha sorprendido la capacidad del tiempo-espacio de hacer coincidir a gente que a lo mejor nunca se hubiera encontrado. Menudo desperdicio. Es como esas veces que vas por la calle y alguien te sonríe, y tú te quedas con cara de gilipollas preguntándote si será a ti, si de verdad habrá visto algo en tu forma de caminar o de mirar que le haya llevado a sonreírte. Especialmente a ti. ¿Por qué? Nunca lo he comprendido. O como lo del metro; ¿nunca te ha pasado lo de ir en el metro e imaginarte una historia con la persona que tienes delante? Qué absurda pérdida de tiempo, pero qué bonito es imaginar cosas que nunca duelen. 


Mírame, otra vez lo he vuelto a hacer. Otra vez estoy dando un rodeo a lo que quiero decir porque es tan difícil explicarlo que me atrapa el miedo antes de que pueda abrir la boca. Con el tiempo he aprendido a no saber hablar de mí y de lo que quiero o pienso, supongo que es una forma de protegerme aunque no sepa de qué. Lo de aprender a veces es una mierda, ¿no te parece? 


“Para que te conozca tienes que dejarte conocer, María”. Claro, como si no lo supiera. Como si no me hubieran repetido nunca esa frase en los últimos años. Como si no se la ladrara todos los días al espejo, en silencio, mientras cierro los ojos para no verme por dentro.


 ¿Sabes? No es fácil dejar de temblar cuando tienes tanto miedo que incluso lo confundes con el frío, o con el pánico de darte la mano y que me la sueltes. Menuda movida; tú pidiéndome que no tenga miedo y yo cayendo en su espiral una y otra vez, tanto que hay días que no me deja ni respirar. 


 Y yo creyéndome invencible. 


 Hasta que 

          llegaste 
                   tú.


domingo, 5 de enero de 2014

Coraza o corazón

Una nariz pegada a las gotas de lluvia
que no paran de sangrar al otro lado  del cristal,
mientras cierra los ojos y piensa
que poca gente se fija en alguien
que nunca sabe si quiere quedarse o irse.

Las agujas del reloj no paran su recorrido
hacia ninguna parte,
mientras siente que por dentro
cada vez le queda menos tiempo
para recuperarse a sí misma.

No sabe en qué momento
comenzó a perderse, ni dónde
habrá ido a parar eso que era
y que cada vez le cuesta más recordar.
Supongo que hay heridas
que no sólo dejan cicatrices.

Y cuando empieza a creer que
‘quizá, esta vez sí’,
la vida comienza a huir
en sentido inverso,
y vuelve a ser coraza
lo que antes
era
corazón.



                                                     M

miércoles, 1 de enero de 2014

Desvaríos

Siento el deseo de escribir,
no puedo frenar el impulso
de lanzar contra un folio en blanco
todas las cosas que no me atrevo a decirte,
todos los miedos que me tiritan
en mitad de las costillas
y acaban transformándose
en ansias de ti.

Que ya no sé si tiemblo de frío
o de ganas de que me abraces,
o de que me comas la coma
en algún rincón perdido de Madrid.

Me desconozco cuando me descubro
imaginando que me agarras la mano
mientras jugamos a cruzar
semáforos en rojo
por mitad de Gran Vía.
Tengo que avisarte de que nunca
he sabido tener paciencia
para esperar a la luz verde
cuando se trata de ganas
de que me erices la piel.

Y cuando la ciudad se va a dormir
y me quedo a solas conmigo misma,
fantaseo con que me miras
con esos ojos con los que te miro yo
cuando finges no darte cuenta.

Y sonrío mientras pienso
el miedo que da ser feliz.



Pero entonces tú. 

                                        M.

sábado, 7 de diciembre de 2013

X

Intento escribir y ya no puedo hacerlo
en otro sitio que no sea sobre tu piel,
desnuda,
esperándome ansiosa al otro lado de la cama
invitándome a perderme en caricias no fingidas,
en sonrisas incompletas si tus labios
no se posan sobre mi boca.

Intento hablar y ya no puedo,
porque la voz se me rompe
y ya no tengo tus manos rodeando mi cintura,
jugando a que son capaces de ser mi  remiendo.

Quiero sonreír, y lo hago,
pero sólo con la boca;
las sonrisas de verdad encienden la mirada
y yo sólo espero que las llamas de tu piel
activen el interruptor de la mía.

No puedo olvidarte y quiero.
‘Querer es poder’,
dicen los que no tienen ni idea
de corazones rotos y muelles sueltos,
los que no tienen miedo
de no volver a encontrarse con tu sonrisa
buscándome en mitad de Gran Vía.

Y al final, lo único que tengo claro,
es que contigo no puedo
y sin ti...no quiero.